Los abrazos son una cosa habitual en nuestra sociedad, pero en culturas como la japones prácticamente no existen. Es por eso que se pierden muchos efectos positivos y casi mágicos que se producen cuando abrazamos a una persona durante 20 segundos.
Normalmente los abrazos duran unos 3 segundos. Pero varios estudios demuestran que si damos un abrazo que dure unos 20 segundos, nuestro cuerpo empezará a experimentar unas determinadas reacciones químicas.
De hecho, los científicos han demostrado que un abrazo largo y sentido a partir del segundo 20 el cerebro empieza a producir la conocida hormona del amor: occitocina. Esta sustancia es la encargada de hacernos sentir relajados, seguros y disminuye la ansiedad. En conclusión: nos hace más felices.
Puede que sea por eso que intuitivamente cuando tenemos un mal día o las cosas no van tan bien como querríamos, buscamos refugio en los brazos de aquellos que siempre están a nuestro lado.