Athena Orchard era una niña que cuando tenía 12 años le detectaron cáncer de huesos. La enfermedad ya estaba en estado avanzado y era difícil combatirlo. Ella luchó todo lo que pudo pero al final se quedó sin fuerzas.
Athena murió un año después de que le diagnosticaran la enfermedad y su familia quedó derrotada. Meses después, sus padres decidieron mover las cosas de su habitación y cuando descolgaron el espejo de la pared se encontraron con un mensaje de su hija. Era
una carta reflexionando sobre la vida:
"La felicidad depende de nosotros. Puede que no se trate de un final feliz, sino de la historia. La felicidad es una dirección, no un destino. Gracias por existir. Sed felices, siempre jóvenes. Conocéis mi nombre pero no mi historia. Habéis escuchado lo que he hecho, pero no lo que pasó. El amor es como un espejo, parece muy bonito pero es muy fácil de romper, la vida es extraña, nada dura para siempre y la gente cambia. Cada día es especial, así que haced lo mejor, porque puede que mañana tengáis una enfermedad mortal. La vida solo es mala si tu haces que lo sea. Si alguien te quiere, no importará como de mala sea la situación. Recuerda que la vida está llena de momentos buenos y malos. No me juzgues tan deprisa, solo has visto lo que yo quise, no sabes la verdad. Solo quiero ser feliz y divertirme sin ser juzgada. No hay necesidad de llorar porque se que estarás a mi lado".
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